viernes, 24 de abril de 2020

Es bien complicado lo que se nos viene – Por Humberto Campodónico

Es bien complicado lo que se nos viene – Por Humberto Campodónico

Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Por Humberto Campodónico* Para Nodal 20 abril, 2020
El último informe del FMI, publicado hace dos días, dice que la economía mundial tendrá un crecimiento negativo de -3.0% en el 2020, lo que nos lleva a la peor recesión desde los años 30. Este decrecimiento se divide así: -6.1% en las llamadas economías avanzadas y -1.0% en las llamadas economías emergentes.
La Unión Europea cae -7.5% y dentro de la UE los que más caen son Italia y España, con -9.1 y -8.0%, mientras EEUU cae -5.9%. Dos países que tienen crecimiento positivo, aunque bien bajito, son China, que cae de 6.1% en el 2019 a 1.2% en el 2020 e India, que baja de 4.2 a 1.9% en el mismo periodo.
ntonces, como los principales socios comerciales de América Latina son China, EEUU y la Unión Europea, es lógico que nosotros también caigamos: América Latina cae -5.2% y llevan la delantera México y Brasil, con -6.6 y -5.3%, respectivamente. Chile y Perú están por ahí cerca y ambos caen igual: -4.5%.
Aquí constatamos un primer problema relacionado con el modelo de crecimiento del Perú: según el propio MEF el crecimiento económico depende en un 60% de factores externos y 40% de factores internos: la dependencia externa.
Pero en este caso, el problema no es solo externo. La cuarentena detiene al país, pues se deja de trabajar. O sea que llueve sobre mojado, en casi todos los sectores económicos.
Antes de entrar a ese tema, es imprescindible saber que esta recuperación no será rápida, en forma de V. Tampoco en forma de U, caída con recuperación con cierto retraso. Podría ser en forma de L, caída con estancamiento prolongado. Pero, ojo, el economista Nouriel Roubini, junto a otros, nos dice que podría haber una caída constante y prolongada, en forma de I, que llevaría al mundo a una depresión económica.
Hay varias razones para la caída prolongada. La primera depende de cuán rápido se obtenga la vacuna contra el COVID 19. Dice el doctor Sanjay Gupta que la vacuna podría estar lista hacia marzo-abril del 2021. Mientras no esté lista, si bien las cuarentenas y los tests moleculares pueden detener la curva –hasta hoy ascendente- del virus, siempre está abierta la posibilidad de los rebrotes y, por tanto, de nuevas cuarentenas, que paran al mundo y al país, lo que hace que la recesión continúe.
Pero ese no es el único problema. También está de por medio la crisis de las instituciones multilaterales que nacieron en Bretton Woods en 1944: FMI, Banco Mundial, OMC (que primero fue el GATT) y toda una serie de organismos de Naciones Unidas: FAO, OIT, UNESCO, UNICEF y también la Organización Mundial de la Salud (OMS), a quien Trump le acaba de suspender la cuota anual de US$ 480 millones que le corresponde otorgar a EEUU.
Pero la crisis del multilateralismo es solo el síntoma de la enfermedad. La causa es el fracaso del proceso de globalización liderado por las transnacionales, que ha sido fuertemente criticada, incluso en los países industrializados por que “se han perdido empleos” que han migrado a países donde el costo de la mano de obra es más barata.
Durante muchos años los impulsores de la globalización neoliberal creyeron que ese proceso iba a permitir superar los marcos nacionales, es decir, los Estados-Nación, los mismos que serían reemplazados por la liberalización completa de los mercados y la abolición de las fronteras. Su sueño era que todo el globo terráqueo sería el campo de la acumulación de capital. Como lo dijo Thomas Friedman hace 10 años: el mundo será uno solo, el mundo será plano. A esa crisis se le suma la pugna por la hegemonía en el Siglo XXI entre EEUU y China, lo que hemos tratado ya en otro artículo (1). Y, ojo, este es un tema de la más alta importancia.
Regresando al impacto en nuestros países. El Perú depende de la exportación de materias primas, sobre todo cobre y zinc, cuyos precios han caído más de 30% en el último mes, a lo cual hay que agregar que en el mes de marzo dichas exportaciones solo fueron el 10% de lo recaudado en meses anteriores. De otro lado, las remesas de los peruanos que viven afuera a sus familias –cerca de US$ 3,000 millones anuales- también van a disminuir porque se están perdiendo empleos en EEUU, Japón y la Unión Europea.
Otro canal de contagio viene por el lado financiero: dependemos mucho de la entrada de capitales que compran acciones de empresas en la Bolsa de Valores de Lima y, también, bonos que emite el gobierno del Perú. Pues bien, la salida de capitales de los mercados emergentes ha sido más fuerte que las suscitadas en la crisis del 2008, 2013 y 2015, como lo dice el Instituto Internacional de Finanzas (IIF): han salido cerca de US$ 100,000 millones desde que comenzó la pandemia. Una parte de estos capitales salieron de América Latina, y del Perú.
El problema para el Perú no es solo el impacto que puede tener la salida de capitales en la economía, sino el hecho en los últimos años ha habido un gran crecimiento de la deuda de las empresas privadas, que está en US$ 33,000 millones, el 14.3% del PBI. Si se produce la tormenta perfecta: devaluación del sol, caída de exportaciones peruanas por la recesión mundial que reduce la demanda y caída de ventas en el mercado interno por “nuestra” recesión, entonces los problemas se agravan.
También vamos a tener problemas en el sector turismo de Cusco, Arequipa, Puno, Madre de Dios, Ica (Nazca), Loreto y Ancash, pues el flujo de turistas caerá, por lo menos hasta que se produzca la vacuna. Lo mismo va a suceder con los espectáculos masivos (conciertos, partidos de fútbol, cine, teatro, actividades religiosas, fiestas regionales) y las actividades educativas, así como restaurantes, hoteles y recreos. Estamos hablando de varios millones de personas.
Hasta aquí hemos pasado revista a los temas más importantes que tienen que ver con el shock externo. Pero no menos importante es el shock interno provocado por la cuarentena, la cual es inevitable pues de eso depende que derrotemos al corona virus. Dicho esto, hasta ahora el gobierno ha tenido un programa de ayudas de corto plazo, que si bien es importante ha sido insuficiente.
La gran batalla ahora se debe centrar en el corto plazo, hasta que acabe la cuarentena, al mismo tiempo que se enlaza con el mediano plazo, tanto en lo económico, como en lo político, hacia las elecciones del 2021. En lo económico, las medidas del gobierno han tomado ya un claro sesgo antilaboral, con la “suspensión perfecta de labores”, que va a llevar a despidos masivos. Y en las próximas semanas el gobierno, haciendo uso de las facultades que le ha dado el Congreso, prepara decretos legislativos cuyo contenido, de lo que se sabe hasta ahora (por ejemplo, se “postergaría” la entrada en vigencia de la ley de control de fusiones), apunta a profundizar el modelo económico de los últimos 30 años.
Resumiendo: la situación económica internacional apunta a una gran recesión que se nos va a transmitir por los canales comerciales y financieros y que se verá reforzada por la recesión interna autoinfligida por la cuarentena, a la cual debemos derrotar. Nunca hemos vivido una situación parecida. Estamos en un cambio de época, que seguro podría hacer fluctuar la balanza del poder mundial del oeste al este.
Ganemos la batalla contra el corona virus pues eso nos dará las mejores armas para intentar terminar con la desigualdad y la pobreza. Eso es lo primero. Y a partir de allí encarar la superación de las políticas economías de los últimos 30 años, plantear la redefinición de los roles del mercado y el Estado y entrar de verdad a una diversificación productiva que reduzca la dependencia de las materias primas, propias del modelo primario-exportador. No es poca cosa.
Nota
(1) http://www.otramirada.pe/la-pandemia-el-neoliberalismo-y-el-mundo-que-ya…
* Ingeniero peruano especializado en temas de economía de hidrocarburos. Actualmente es catedrático de la Facultad de Economía de Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
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martes, 3 de marzo de 2020

El agotamiento del desarrollo: la confesión de la CEPAL



Por: Eduardo Gudynas / Publicado: 18.02.2020
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¿Qué dirían los fantasmas de Prebisch y sus compañeros de aquella CEPAL si escucharan que hoy se reconoce que todas las opciones de desarrollo fracasaron? ¿Qué sentirían al constatar que las materias primas siguen siendo los principales rubros de exportación de América Latina? ¿Cómo reaccionarían al observar la sucesión de planes de industrialización que no llegan a consolidarse?
Lo que puede ser interpretado como la confesión de una derrota que afecta a toda América Latina, ha pasado casi desapercibida. Se acaba de admitir que todas las estrategias de desarrollo implementadas en la región están agotadas. No sólo eso, sino que además se fracasó en todas ellas. Esa es la confesión de la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL).
A pesar de la gravedad de la declaración, no reaccionaron ni los gobiernos, ni la prensa, ni los actores ciudadanos directamente vinculados a la temática del desarrollo. Es más, la secretaria de CEPAL, Alicia Bárcena, avanzó más afirmando que el extractivismo, o sea la exportación de materias primas, es el que está agotado porque “concentra riqueza en pocas manos y apenas tiene innovación tecnológica” (1).
Estamos ante la confesión de la máxima autoridad del organismo económico más importante del continente, el que por un lado tendría que haber contribuido a evitar ese fracaso, y por el otro, haber asegurado el camino hacia lo que ellos conciben como un desarrollo virtuoso que reduce la pobreza y la desigualdad. Reconocer que nada de eso ha sucedido es admitir que la CEPAL no tenía estrategias realmente efectivas para ese propósito, o si se asume que sus propuestas eran las adecuadas, entonces los gobiernos serían los culpables por no haberlas seguido. Cualquiera de las dos posibilidades tienen muy graves connotaciones.
La admisión del fracaso
Resulta sorprendente que semejante confesión pasara desapercibida. Habría que preguntarse si la secretaria ejecutiva de la CEPAL reconoce eso en público porque ya todos los saben, y como muchos que son responsables de un modo u otro, nadie se ofenderá ni exigirá asumir las responsabilidades por ese fracaso. Es que hay un aire de fatalismo creciente en el continente que se siente en estas y otras situaciones que hacen a las estrategias de desarrollo.
Esto contrasta con el entusiasmo con que se discutía sobre desarrollo en el pasado reciente, tanto por políticos como académicos y militantes. Desde inicios de los años 2000, proliferaron en América Latina todo tipo de ensayos sobre otros modos de organizar el desarrollo, incluyendo cambios en el papel del Estado, la regulación de los mercados y las políticas públicas. Aquel ímpetu estuvo directamente asociado con los gobiernos progresistas, y a medida que éstos languidecieron, las expectativas con sus versiones del desarrollismo también menguaron.
A lo largo de ese período, la CEPAL navegó bajo distintas tensiones y ambigüedades frente a los ensayos desarrollistas del siglo XXI. Nunca fue una promotora entusiasta de algunas de sus versiones, coma la bolivariana, pero de todos modos contribuyó a legitimar los modos más moderados, como el de Brasil bajo Lula da Silva. No abandonó sus propias propuestas, como las que en los años noventa postulaban la “transformación productiva” o la inserción en la globalización comercial. Más allá de los énfasis, la CEPAL se mantuvo fiel al credo del crecimiento económico como motor indispensable del desarrollo, y ponía su esperanza en ciertas regulaciones para educir la pobreza y la desigualdad.
Crecimiento económico y extractivismos
Asegurada la adhesión al crecimiento económico, se hacen concesiones que no lo pongan en riesgo. En ello está el origen de la aceptación de los extractivismos.
En efecto, la CEPAL apoyó el concubinato de los extractivismos con todo tipo de planes y estrategias de desarrollo, conservador o progresista, enfocándose sobre todo en que se mejorara la gestión tecnológica (que fueran más limpios), se aumentara el dinero recaudado (que resultaran económicamente más beneficiosos), y que se apaciguara la protesta ciudadana (que fueran menos conflictivos). Toleró los extractivismos a pesar que ello iba en contra de la temprana prédica cepalina que cuestionaba un desarrollo basado en exportar materias primas. Lo hizo porque esperaba que permitiera acumular capital que de alguna manera sirviera a cambios estructurales y a reducir la desigualdad. Como consecuencia, la CEPAL nunca fue una voz enérgica en denunciar las severas consecuencias negativas de los extractivismos.
Por ello, es tremendamente llamativo que ahora, en 2020, se reconozca que los extractivismos concentran la riqueza, apenas tienen innovación tecnológica y son parte de ese desarrollo que fracasó. Todo eso es lo que han dicho las organizaciones ciudadanas, unos cuantos políticos y un puñado de académicos, desde hace más de una década, sin ser reconocidos por la CEPAL.
Por el contrario, la comisión contribuyó a un nacionalismo de los recursos naturales, que sobre todo desde el discurso progresista insistía, en las exportaciones de materias primas para asegurar el crecimiento económico, y desde allí desplegar planes sociales. La discusión se centró, por ejemplo, en la recaudación fiscal sobre los extractivismos y no en el tipo de desarrollo que éstos implicaban.  No se entendió que ese modo de apropiación de recursos naturales tienen impactos locales de todo tipo, pero que además generan o refuerzan condiciones que impiden una diversificación productiva.Como ya se adelantó, esta situación es llamativa porque esa adhesión a los extractivismos en cierto modo contradice la prédica inicial de la CEPAL a favor de la industrialización y la autonomía comercial. Recordemos que el mandato fundacional de la comisión, en 1948, entre otros elementos incluía la búsqueda de soluciones a los que en aquellos años se denominaba como desajuste de la economía mundial, y que seguidamente, bajo la dirección de Raúl Prebisch en la década de 1950 y parte de 1960, se volcó a defender una industrialización, la revisión de los términos de intercambio, e incluso un mercado común continental. No es que estuvieran en contra de grandes emprendimientos mineros o petroleros, sino que consideraban como condición de atraso que éstos sirvieran únicamente al papel de proveedores de materias primas hacia el mercado internacional. Los extractivismos, en cambio, debilitan las opciones para una industrialización y a la vez imponen subordinaciones en el comercio externo, ya que deben aceptarse todas sus reglas si se quieren seguir exportando materias primas.
Cambio de rumbo y vuelco estructural
Con el paso del tiempo, la CEPAL poco a poco se apartó de aquellos propósitos para atender otras prioridades en el desarrollo. Por ejemplo, las propuestas cepalinas de la década de 1990 de una “transformación productiva con equidad” sumó un abanico tan enorme de metas, que varias de ellas terminaron siendo contradictorias entre sí (2). Por ejemplo, su adhesión a la globalización entorpecía su propuesta de industrialización, mientras que la insistencia en el crecimiento económico hacía imposible una sustentabilidad real. El “regionalismo abierto” de la CEPAL insistió en la inserción comercial globalizada de una manera que en realidad no alentaba una integración dentro del continente que articulara estrategias productivas (3). Los estilos de desarrollo convencionales, y dentro de ellos, los extractivismos, operaron todos esos años para evitar cualquier alternativa que los pusiera en riesgo, y las propuestas cepalinas nunca tuvieron un contenido teórico ni un apoyo político que permitiera atacar esos obstáculos.
Más recientemente parecería que la CEPAL se recuesta más sobre el debate global acerca del desarrollo, como el que ejemplifica la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible o los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Sin duda, nadie puede estar en contra de perseguir algunas de las metas en esas plataformas, como asegurar el agua potable o el saneamiento, pero esos esquemas no suplantan ni resuelven las especificidades latinoamericanas.
Entonces no puede sorprender que la CEPAL tenga muchas dificultades en lidiar con la coyuntura actual y se sienta más cómoda en el pasado reciente. Se lanzan múltiples estudios sobre asuntos muy actuales, como el impacto de China en el continente, pero a la vez se sigue apuntando al neoliberalismo de las décadas de 1980 y 1990 como explicación de los problemas de hoy. Es así que cuando Bárcena admite que América Latina perdió las opciones de industrializarse, de promover la innovación y de reducir la brecha de desigualdad (otra confesión demoledora), lo explica culpando al neoliberalismo, que a su vez refiere a Milton Friedman y el Consenso de Washington.
Culpar al neoliberalismo logra captar adhesiones. Pero siendo riguroso, en esa respuesta es como si se abordara una máquina del tiempo para volver atrás, insertándose en la discusión de aquellos años que sin dudas es distinta de la actual. Por cierto, los creyentes en el Consenso de Washington tienen muchas responsabilidades, y varias llegan a día de hoy, pero no puede olvidarse que en siglo XXI la región pasó por una fase de fenomenal crecimiento económico y en varios países se desmontaron unas cuantas de aquellas reformas de mercado. En ese tipo de explicaciones se desvanece la variedad de regímenes políticos que se sucedieron en el continente, cada uno con su ensayo sobre el desarrollo, desde Néstor Kirchner en Argentina a Juan Manuel Santos en Colombia, o desde Hugo Chávez en Venezuela a la reciente irrupción de la extrema derecha en Brasil. Cualquier análisis del desarrollo actual requiere analizar estas circunstancias latinoamericanas.
Del mismo modo, no está nada claro si realmente se entienden todas las implicancias que tiene confesar el agotamiento del programa extractivista en particular y del desarrollo en general. Es que Bárcena afirma que hace falta una “vuelta estructural del modelo” para revertir ese agotamiento. Ese es otro propósito compatible, pero la duda está en qué entienden por “estructural” y por cambio en la CEPAL. Una reversión en las estructuras que resultan en las exportaciones de materias primas implicaría, por un lado una desvinculación selectiva de la globalización, y por el otro una integración regional dentro de América Latina aunque bajo otras premisas en organizar la industrialización. Dicho de un modo muy esquemático, y que reconozco simple y con errores, lo que se debería buscar es abandonar la obsesión y el festejo de vender materias primas sea a Estados Unidos o China, para recolectar dólares para importar manufacturas. Abandonar esa dependencia exige una postura muy distinta frente a la globalización, a los mercados globales y a su institucionalidad, como los acuerdos de la Organización Mundial de Comercio. También implica rediseñar sectores manufactureros, no sólo para decidir qué tipo de bienes deben producirse, sino también cómo se compartirán las cadenas de industrialización entre varios países, o sea, una integración con políticas comunes industriales. Sin embargo, la CEPAL no avanzó decididamente en ese tipo de cuestionamientos y alternativas, y por ello no está claro cuán estructural es el cambio que pregonan. Las posturas de la comisión ante temas muy recientes, como la reforma del sector petrolero en México, abonan todas estas dudas.
Se podría argumentar que la CEPAL ya no debe meterse en esos terrenos, y aunque lo hiciera, los gobiernos en estos años ya no acuden a la comisión como en el pasado en tanto han fortalecido sus propias unidades en temas de desarrollo. A su vez, la CEPAL actual se parece cada vez más a un think tank o a una consultora que presenta sucesivos reportes e informes.
Los fantasmas de Prebisch
¿Qué dirían los fantasmas de Prebisch y sus compañeros de aquella CEPAL si escucharan que hoy se reconoce que todas las opciones de desarrollo fracasaron? ¿Qué sentirían al constatar que las materias primas siguen siendo los principales rubros de exportación de América Latina? ¿Cómo reaccionarían al observar la sucesión de planes de industrialización que no llegan a consolidarse?
Estas y otras interrogantes están vigentes porque la mirada de aquel estructuralismo inicial y los debates sobre el desarrollo de cuño prebischiano siempre criticaron la dependencia en exportar materias primas propia de los extractivismos. Una y otra vez intentaban apartarse de esa adicción.
No puede negarse que la situación actual de América Latina es muy distinta a la de 1948, cuando se creó la CEPAL. Por lo tanto es comprensible que las propuestas actuales difieran de las de aquellos años. Del mismo modo, las ideas de Prebisch de aquel tiempo, enfocadas en un “desarrollo hacia adentro”, no pueden ser trasladadas a la actualidad como un todo, aunque muchos de sus aportes siguen vigentes, y varios de los que fueron desechados merecerían ser resucitados. Tampoco puede olvidarse que el mismo Prebisch actualizó sus concepciones sobre el desarrollo, como lo hizo en 1981 en uno de sus últimos libros, “Capitalismo Periférico” (4).
Pero lo que sí se echa de menos son actitudes como las de Prebisch y su equipo en aquella CEPAL, avanzando en análisis críticos y rigurosos, independientes pero a la vez comprometidos con América Latina, y enfocados en buscar alternativas. Decía Prebisch en 1963: “Es todavía muy fuerte en América Latina la propensión a importar ideologías, tan fuerte como la propensión de los centros a exportarlas”, y para ser más claro agregaba: “Ello es residuo manifiesto de los tiempos de crecimiento hacia afuera”. No rechaza el aporte desde otros ámbitos y regiones, pero insistía en que “nada nos exime de la obligación intelectual de analizar nuestros propios fenómenos y encontrar nuestra propia imagen en el empeño de transformar el orden de cosas existente” (3).
Aquella “vieja” CEPAL producía ideas novedosas como respuestas a los problemas más agudos de su tiempo, y muchas de ellas fueron muy incisivas y por ello fueron tan resistidas. Los gobiernos no eran indiferentes, algunos las rechazaban otros intentaban aplicarlas cada uno a su manera. Había una visión, una aspiración y hasta un sueño de una gran narrativa de cambio, el “empeño” en transformar el orden actual, y es ese talante el que se fue desvaneciendo con el paso de los años.
Es esa postura, esa intransigencia en buscar el camino propio, la que más se necesita hoy en día dado que se reconoce que la propia idea de desarrollo está en crisis. No solo ha colapsado la concepción del crecimiento económico perpetuo, sino que eso también ha arrastrado en su caída a la categoría desarrollo. La confesión muestra que la CEPAL de alguna manera lo comprende, y que seguramente también lo entienden muchos dentro de unos cuantos gobiernos latinoamericanos. Es insostenible la tesis simplista de un crecimiento económico que asegura el desarrollo, ya que casi todos los países pasaron recientemente por una fase de expansión pero sin solucionar problemas como formalidad del empleo, equidad o industrialización. Hoy también es evidente que la propia idea de desarrollo está agotada. Se ha probado de todo, y el resultado final ha sido muy magro.
Este reconocimiento sería una oportunidad notable para abordar otro tipo de alternativas que estén ubicadas más allá del desarrollo. Pero como todos son más o menos responsables de este agotamiento, parece ser que siguen operando las barreras que impiden dar ese paso. Tal vez sea necesario rescatar del olvido a los fantasmas de Prebisch para, como él decía, “encontrar nuestro propio camino”
Notas
  1. América Latina ha perdido el tren de la política industrial y la innovación, I. Fariza entrevista a A. Bárcena, El País, 7 febrero 2020.
  2. La transformación productiva con equidad. La tarea prioritaria del desarrollo en América Latina y el Caribe en los años noventa. CEPAL, Santiago, 1990.
  3. El regionalismo abierto en América Latina y el Caribe. La integración económica al servicio de la transformación productiva con equidad. CEPAL, Santiago, 1994.
  4. Capitalismo periférico. Crisis y transformación. R. Prebisch. México, Fondo de Cultura Económica, 1981.
  5. Hacia una dinámica del desarrollo latinoamericano. R. Rebisch. México, Fondo de Cultura Económica, 1963 (2da ed., 1971), pág. 20.
Eduardo Gudynas
Eduardo Gudynas es analista en el Centro Latino Americano de Ecología Social (CLAES) e investigador asociado en el Observatorio Latino Americano de Conflictos Ambientales (OLCA).
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lunes, 2 de marzo de 2020

Jóvenes, los protagonistas de recias protestas en República Dominicana


Jóvenes, los protagonistas de recias protestas en República Dominicana
"Los jóvenes nos estamos despertando y nos estamos dando cuenta de que vale la pena levantar la voz”, expresó unas de las líderes.
Por EFE / TELEMUNDO 47 • Publicado el 18 de febrero del 2020 • 
  
Cientos de dominicanos protestaron el martes contra la Junta Central Electoral (JCE) para exigir explicaciones sobre los fallos en el sistema de voto automatizado que llevaron a la suspensión de las elecciones municipales el domingo pasado.
En la Plaza de la Bandera de la capital, frente a la cual se sitúa la sede de la JCE, resonaban las bocinas y cacerolas de los manifestantes, mucho más numerosos que la víspera, cuando tuvo lugar una primera manifestación, con decenas de jóvenes que se pusieron de acuerdo para vestirse de negro.
"Los jóvenes nos estamos despertando y nos estamos dando cuenta de que vale la pena levantar la voz, porque nuestra voz tiene que ser escuchada", dijo a Efe una de las organizadoras de la marcha, Yamilet Hazim.
Noticias

A pesar de que un aguacero comenzó a caer, los manifestantes se mantuvieron firmes frente a la sede de la autoridad electoral coreando "Esa lluvia no me hace 'na' porque mi patria vale más" y animados por muchos conductores que, al pasar frente a ellos, hacían sonar las bocinas de sus vehículos.
A medio camino entre lo reivindicativo y lo festivo, los jóvenes, cada vez más numerosos con el paso de las horas, gritaban consignas como "El pueblo unido jamás será vencido" o "Fuera, fuera" y portaban carteles con críticas al organismo electoral y a los políticos.
Las elecciones fueron suspendidas por orden de la JCE cuatro horas después del inicio de las votaciones por un fallo generalizado en la mayoría de las máquinas de votación, que no mostraban a todos los candidatos en la pantalla.
Un día después, la JCE convocó el lunes elecciones extraordinarias para el 15 de marzo próximo y decidió que la votación sea manual, relegando así el polémico sistema automatizado, que se utilizaba por primera vez, aunque de forma parcial, con el objetivo de acelerar el recuento.
Catorce partidos de oposición se unieron hoy para criticar que el ente electoral no les haya consultado previamente para decidir la fecha de los nuevos comicios.
La autoridad electoral, asimismo, solicitó este martes ayuda a la Unión Interamericana de Organismos Electorales (Uniore) y a la Fundación Internacional para Sistemas Electorales (IFES, por sus siglas en inglés) para realizar la investigación de los fallos técnicos en el sistema de voto automatizado.
De forma paralela, la Policía anunció hoy que investiga a un oficial de ese cuerpo y a un técnico de una empresa telefónica por su supuesta implicación en el "sabotaje" de las elecciones municipales.
Los detenidos son Ramón Antonio Guzmán Peralta, un coronel asignado a la seguridad del candidato presidencial opositor Luis Abinader, y Manuel Antonio Regalado Martínez, técnico de la telefónica Claro.
El sector gubernamental y la oposición se han acusado mutuamente de lo sucedido el día de las elecciones, que son determinantes de cara a los comicios presidenciales y legislativos de mayo próximo.


martes, 7 de enero de 2020

Chile: Los estudiantes otra vez demuestran que son el corazón de las movilizaciones




Los estudiantes secundarios han vuelto a las calles y a remecer el clima ya de por sí movido. Lo hicieron la semana que antecedió al estallido del 18 de octubre pasado con el llamado a evasión masiva en el pago del metro, y esta semana con el llamamiento a boicotear la Prueba de Selección Universitaria (PSU).
Si la primera convocatoria detonó la mayor crisis social de la historia moderna de Chile, la de esta semana apunta a abrir aún más los debates, desarmar nuevas barreras de la institucionalidad e instalar nuevas demandas. Si alguien creyó que alguna base, viga o pilar delLos estudiantes secundarios han vuelto a las calles y a remecer el clima ya de por sí movido. Lo hicieron la semana que antecedió al estallido del 18 de octubre pasado con el llamado a evasión masiva en el pago del metro, y esta semana con el llamamiento a boicotear la Prueba de Selección Universitaria (PSU). andamiaje neoliberal se podía salvar, está muy errado. Con el mismo discurso claro y sólido del 18-O, que derribó las barreras discursivas que contenía el régimen de mercado, esta vez han desarmado la piedra angular del mercado de la educación.
La PSU es una especie de bisagra entre la educación secundaria y la superior, ambas, si no de lleno, en los cauces del comercio y el lucro. Un examen para medir conocimientos que en los hechos mide y reproduce la estructura social de uno de los países más desiguales no solo de la región sino del planeta.
La prueba se sostiene por el entramado de negocios que es la educación básica y secundaria y sus accesorios, desde talleres, tutores, psicólogos a caros preuniversitarios, y sobre la PSU toda la educación superior privada y privatizada.  Un área fundamental para el modelo de mercado ideado durante la dictadura y engordado por todos los gobiernos posteriores.
De esta maquinaria reproductora de la desigualdad goza toda la clase política y todas las elites. Desde la ultraderecha a todos los progresismos que forman parte de los establecimientos, que han hecho de la academia mercantilizada espacios de poder e influencia. Y es precisamente por esto que esta nueva irrupción de los más jóvenes ha incomodado otra vez a las elites. Aquella expresión “no es la forma” de protestar hoy se oye desde las derechas a los progresismos con intereses en la gran maquinaria de la educación.
Las nuevas manifestación de los estudiantes reitera, por si alguien no entiende o no quiere entender, la magnitud de los problemas sociales en Chile que se gestan desde la cuna con un sistema educacional comercial que no hace otra cosa que reproducir y amplificar. Este es el discurso de los secundarios, que viene y busca demoler el negocio de la educación cuyo principal rasero es el dinero. Y en este diseño, la PSU es símbolo y máxima expresión de una sociedad oligárquica y endogámica. Familias de elites, de controladores, de propietarios industriales y terratenientes por sobre la gran masa subalterna que ha de endeudarse, cuando puede y para fruición del sistema financiero, para estudiar.
Los manifestantes acusan al PSU de profundizar las desigualdades del sistema educativo chileno, por lo que la población más pobre no puede acceder a la educación.Los estudiantes movilizados han logrado en estos días radicalizar y tensionar los debates. Romper aquel sentido común basado en los discursos hegemónicos neoliberales y en intereses personales y corporativos. Una nueva presión de millares de jóvenes y adolescentes, tal como en octubre, desestabiliza el lábil escenario que la clase política ha intentado mantener en estos meses a través de acuerdos secretos, falsas reformas y una desatada violencia policial.
La nueva irrupción de los más jóvenes amenaza con derribar estos muros de contención levantados desde noviembre por toda la institucionalidad política pero sin apoyo del pueblo movilizado. El proceso constituyente, que tiene fecha de inicio el 26 de abril con la convocatoria a un plebiscito, puede caer ante la intensidad de las nuevas movilizaciones y los nuevos debates, que descubren otra vez el tremendo abismo entre la clase política y sus intereses y las demandas de la población.
*Periodista y escritor chileno, director del portal politika.cl

https://www.surysur.net/72565-2/

viernes, 27 de diciembre de 2019

LATINOAMÉRICA, EL DESPERTAR DE LOS PUEBLOS

LATINOAMÉRICA, EL DESPERTAR DE LOS PUEBLOS
Por Revista Redes

*ECUADOR: Las protestas comenzaron el 2 de Octubre por el alza de combustible impuesta por las petroleras y a la indignación de históricas injusticias de  clases medias e indígenas artesanos del interior. La represión dejó 8 muertos civiles y más de mil heridos, según datos oficiales.

*CHILE- Las protestas comenzaron con los estudiantes saltando los molinetes del subte contra el aumento de tarifa, luego se sumó todo el pueblo. Miles de manifestantes se concentran desde el 21 de octubre en las plazas de Santiago primero en el marco de la huelga general convocada por organizaciones sociales y sindicatos para apoyar el reclamo de los estudiantes en contra del aumento del boleto del metro “No son 30 pesos son 30 años” "Que se vayan los milicos" y "¡Chile despertó!", Gritan en la céntrica plaza Italia, frente a los Carabineros dispuestos en un gran operativo de seguridad en el centro de la capital chilena.
Ya lleva más de un mes en las calles desafiando al Estado de Sitio con apenas piedras, palos y laser a la terrible represión de los cobardes y sanguinarios carabineros .
La desigualdad chilena, tapada por todos los medios del mundo, pelea a muerte por la supervivencia de los billonarios que no se pueden permitir siquiera un cambio de presidente para no perder un centímetro sus privilegios. Pero son décadas de injusticia y la gente ya perdió todo, hasta el miedo.

*BOLIVIA en Cambio, luego de una elección que dió la mayoría de votos a Evo Morales por mas de 10 puntos, algunos sectores opositores denunciaron fraude. La revisión de la Organización de Estados Americanos (OEA) dijo hacer encontrado irregularidades y luego de pelear con sectores partidarios opositores, la pérdida de apoyo de la policía y la “recomendación” de Fuerzas Armadas a renunciar a la presidencia y a  la oligarquía nacional (siempre funcional y genuflexa) históricamente elitista, sumada a los medios de comunicación altamente cuestionados por su pueblo ( e incluso por medios argentinos que sufrieron aprietes), arrinconaron al presidente Evo Morales al exilio a Mexico.  Desde ese momento, la represión y matanza al pueblo boliviano, que asciende a un total de 24 muertos en Bolivia, según declaró la Defensoría del Pueblo. La inconstitucionalidad de Bolivia colocó como presidenta interina de Bolivia a Jeanine Áñez, sin quorum, y en las últimas elecciones tuvo el 4% de los votos, con 4 diputados de 130 y 1 senador de 36. A todo esto publicaciones norteamericanas anunciaron el golpe a Bolivia en Octubre, por lo que se sospecha la injerencia norteamericana.
Todo indica que los progresos en el Litio y gas boliviano y la nacionalización de hidrocarburos por parte de Bolivia ya no es del gusto de las potencias mundiales deben sacarle grandes ganancias para ganar sus competencias. El pueblo boliviano, lejos de achicarse, sigue dando pelea.

*COLOMBIA Luego de crecientes protestas contra el ajuste impuesto por el FMI, se decretó el primer estado de sitio desde 1977, cuando un gran paro nacional contra el gobierno liberal de Alfonso López Michelsen derivó en violentos disturbios que dejaron una decena de muertos y miles de heridos. La ola de violencia  dejó casi 300 ciudadanos detenidos. La impresionante marcha ciudadana en Bogotá fue de impacto mundial. Es de destacar los cacerolazos, nunca antes visto en este pais y la movilización en los barrios mas acomodados de Bogotá.
Todo indica que la necesidad de recursos de La Potencia, los lleva a la necesidad de apoderarse de riquezas de toda la región y posiblemente nos veamos inmersos en sus guerras de ganancia. Donde participar no será opción si están nuestras vidas, la de nuestros hijos y nietos en peligro.      
Por  Revista Redes

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